POR YERMYS PEÑA
Es necesario rediseñar los espacios urbanos para que caminar se convierta en una opción de movilidad atractiva. Debemos animarnos a utilizar nuestras suelas de zapatos, en lugar de gastar neumáticos de automóviles.
Recientemente, he estado reflexionando sobre la creciente filosofía de “caminabilidad” en las ciudades. La corriente está ganando seguidores y las grandes metrópolis están adoptándola para humanizar sus centros urbanos y permitir que los peatones recuperen la ciudad.
En mi opinión, las calles pertenecen a los peatones. ¡Sí, son nuestras! Son de los niños que montan en bicicleta, de los abuelos que pasean a la sombra de los árboles, de los enamorados que se encuentran en secreto, de los vendedores ambulantes que buscan su sustento diario, de cada alma que forma parte de la sociedad.
Tomar posesión de los espacios públicos, como parques y plazas, debe ser un esfuerzo conjunto entre las autoridades y los ciudadanos. Priorizar los vehículos no solo conduce a la pérdida de áreas verdes, sino también a la pérdida de la propiedad de la ciudad.
Cuanto más caminable es una ciudad, más fuertes son los lazos que se generan en la comunidad y más beneficioso es para la economía local. Recuperemos nuestro espacio y volvamos a crear recuerdos en nuestras calles. Desde los tiempos de Jane Jacobs, muchos urbanistas han elogiado la posibilidad de caminar por los vecindarios.
Las áreas metropolitanas con altos índices de caminabilidad son más prósperas. No es sorprendente que Nueva York encabece la lista. Un 38% de los espacios de oficinas, alquileres de viviendas y tiendas minoristas en la capital del mundo se encuentran en zonas peatonales.
El 80% de estos espacios se ubican en Manhattan. Washington DC ocupa el segundo lugar con un 33%, seguido de cerca por Boston (32%), Chicago (30%), San Francisco (25%) y Seattle (22%). Estas seis ciudades representan casi la mitad de los espacios caminables en las 30 principales ciudades de Estados Unidos. Orlando, Phoenix y San Antonio reportan los valores más irrisorios (con apenas un 3% de sus oficinas, viviendas multifamiliares y tiendas minoristas). Tampa exhibe un 4%; Las Vegas, un 5%; mientras que Dallas y San Diego, un 7% cada una.
La posibilidad de caminar se relaciona con el Producto Interno Bruto per cápita. Hay una correlación significativa entre ambos. Estas ciudades son conocidas como superestrellas, con un notable desarrollo tecnológico. Son además más densas y tienen sistemas de transporte más extensos. Según el informe, también son más educadas.
En general, se tiende a pensar que los espacios públicos se limitan a parques y plazas, y que las calles y avenidas son destinadas principalmente al tránsito de vehículos. Este error común hace que no defendamos con la misma energía su apropiación, permitiendo que se priorice el asfalto en lugar de las aceras y áreas verdes.
Es importante tener en cuenta que la calle es el espacio público por excelencia y representa entre el 20% y 30% del área total de la ciudad. Por lo tanto, invertir en su mejora multiplicará el bienestar de los ciudadanos y el valor de las propiedades.
* YERMYS PEÑA es arquitecta y constructora. Experta en ciudades inteligentes y sostenibles. https://arquitecturayp.com/