Los primeros pobladores de Alaska llegaron atraídos por la caza de mamuts
Los científicos creen que el cambio climático al final de la Edad de Hielo fragmentó el hábitat abierto preferido de los mamuts (los pastos polares conocidos como tundra) reduciendo potencialmente sus movimientos y haciéndolos más vulnerables a la depredación humana.
Redacción Ciencia (EFE).- Los científicos han logrado reconstruir la relación de convivencia durante mil años de los primeros pobladores de Alaska con los mamuts lanudos gracias al análisis de un colmillo completo de una hembra que vivió hace 14.000 años, según revela un estudio publicado en Sciences Advances.
El mamut lanudo fue un animal de un tamaño similar al elefante medio actual que estaba cubierto de pelo para protegerse del frío en la Edad de Hielo.
Los investigadores creen que se extinguió debido al cambio climático, a la desaparición de su hábitat a finales del Pleistoceno (hace unos 11.700 años) y a la caza.
Atrajeron a los humanos a Alaska
El análisis de los elementos del colmillo hallado en el yacimiento Swan Point, en el interior de Alaska, junto con el ADN de otros mamuts de esa y otra excavación cercana apuntan a que los primeros habitantes de la zona hicieron coincidir sus asentamientos con las áreas donde se congregaban los mamuts lanudos.
De hecho, la propia presencia de los mamuts lanudos en Alaska es lo que habría atraído a los cazadores a la zona, en un momento en el que existía un paso terrestre entre el extremo este de Siberia y el oeste de Alaska: el llamado puente de Beringia, que se formó en la última glaciación en lo que hoy conocemos como estrecho de Bering.
“Estos primeros pobladores establecían campamentos de caza en las zonas frecuentadas por los mamuts lanudos”, explica una de las autoras, Audrey Rowe, investigadora de la Universidad de Alaska Fairbanks en un comunicado de esta universidad.
Según los investigadores, las primeras poblaciones humanas, que conocían bien a los mamuts y disponían de las herramientas necesarias para cazarlos, se fueron haciendo con sus hábitats.
Qué cuenta el colmillo
Un colmillo de Elma, como ha sido apodada la hembra a la que perteneció, revela que se trataba de un animal sano que murió con 20 años, habiendo pasado gran parte de su vida en una zona relativamente pequeña del Yukón, en Canadá.
Los investigadores han descubierto que a medida que se hacía mayor recorrió más de 1.000 kilómetros en sólo tres años, asentándose en el interior de Alaska y muriendo cerca de una cría y un mamut joven a los que estaba estrechamente emparentados, habiendo podido ser su líder matriarcal.
A su llegada a Alaska, se pudo haber encontrado con esos primeros pobladores que cruzaron el paso de Beringia atraídos por la caza.
“Era una joven adulta en la flor de la vida. Sus isótopos demuestran que no estaba desnutrida y que murió en el campamento de caza estacional de Swan Point donde se encontró su colmillo”, explica otro autor de la misma universidad, Matthew Wooller.
Los científicos determinaron que la zona de Swan Point era probablemente un punto de encuentro de al menos dos manadas matriarcales, estrechamente relacionadas pero distintas.
Además, pudieron ver cómo gran parte del viaje de Elma coincidió con el de un mamut macho estudiado anteriormente que vivió 3.000 años antes, lo que demuestra patrones de movimiento a largo plazo de los mamuts durante varios milenios.
Cómo ha sido posible esta reconstrucción
Esta fascinante reconstrucción ha sido posible, en parte, por la singularidad de los colmillos de mamut, que crecían como los troncos de los árboles, es decir, con finas capas indicativas del crecimiento.
Mientras que el análisis de isótopos (átomos de un elemento) del colmillo ha proporcionado información sobre el movimiento del animal.
Estos isótopos proporcionan marcadores químicos de la dieta y la ubicación de un animal, que quedan registrados en los huesos y tejidos de los animales y permanecen después de su muerte.
El análisis genético de los restos de otros mamuts y elementos del yacimiento y de otro situado a unos 10 kilómetros de Swan Point han contribuido también a las conclusiones del este estudio.
Los científicos creen que el cambio climático al final de la Edad de Hielo fragmentó el hábitat abierto preferido de los mamuts (los pastos polares conocidos como tundra) reduciendo potencialmente sus movimientos y haciéndolos más vulnerables a la depredación humana.
EFE