La odisea de Duiliana Sánchez comenzó cuando dejó Perú con un permiso temporal de permanencia para viajar a Europa como turista. Pero en Italia, le robaron sus documentos.
Obligada a regresar a su país para obtener un nuevo pasaporte, esperaba volver a Lima antes de que expirara su permiso, pero burocracias la mantuvieron varada hasta el siguiente año.
“Mi objetivo era retornar a Lima antes de que venciera mi Permiso Temporal de Permanencia, el 30 de noviembre; sin embargo, por temas burocráticos, el pasaporte me lo entregaron al siguiente año, el 24 de enero”, explicó.
Al intentar regresar, Migraciones le negó la entrada al país. Desde entonces, su hogar es el aeropuerto, donde duerme en el suelo o en sillas.
Para la joven de 28 años, cada día se convierte en una lucha incierta por la libertad. “Me siento como en un coma, mientras el mundo sigue afuera y yo estoy aquí, atrapada”, lamentó angustiada, según relata el medio peruano La República.
Vive en el terminal, donde solo tiene permitido alimentarse y usar los servicios sanitarios. Su estadía se ha vuelto aún más desoladora al enfrentar presuntos acosos sexuales por parte de un empleado del aeropuerto, según aseguró.
La Defensoría del Pueblo ha pedido al organismo migratorio que le permita a Duiliana ingresar al país.
Según una resolución, los venezolanos no necesitan visa ni pasaporte para reunirse con su familia en Perú. Sin embargo, la realidad de Duiliana es distinta.
Mientras tanto, Migraciones insiste en que Duiliana Sánchez no tiene visa y que su permiso de permanencia ya caducó. Para ellos, su presencia en el aeropuerto es una elección y han ignorado completamente su desesperada situación.
“En los últimos 12 meses, en estricto cumplimiento de la ley, se ha denegado el ingreso al Perú a más de 660 extranjeros de diversas nacionalidades, a través del puesto de control migratorio del aeropuerto, por carecer de visa, requisito establecido por el Estado peruano para algunos países por razones de reciprocidad y/o seguridad”, justificó el organismo.
Con el caso ahora en manos del Poder Judicial, un habeas corpus es la última esperanza de la venezolana para poder regresar a Perú y resolver su estatus migratorio.
Su destino pende de un hilo, mientras el reloj sigue corriendo en un limbo aeroportuario lleno de incertidumbre.
“Necesito ingresar al Perú porque soy el principal sustento de mis padres, soy hija única”, manifestó.
Con información de Medios Peruanos.