Llega el documental sobre el reguetón que explica por qué Rozalén perrea, pero Bizarrap no
Madrid (EFE).- La plataforma española de televisión Movistar Plus+ estrena este lunes un nuevo documental en torno al último gran género surgido en el mundo, el reguetón, en un intento por mostrar las razones de su éxito más allá de prejuicios y desmontar falsas ideas.
A lo largo de tres episodios dirigidos por Elena Pascual y José María Clemente, iconos como el estadounidense Justin Quiles, los españoles Omar Montes y La Mala Rodríguez o la panameña Lorna, responsable del éxito ‘Papi Chulo’, se asoman a esta ventana para ofrecer su perspectiva.
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Promotores, responsables de casas discográficas, periodistas e incluso antropólogos se unen a ellos para establecer en primer lugar el marco espacial y temporal en el que surge este estilo.
Se cuenta que nace por la influencia del “dancehall” jamaicano que trabajadores antillanos llevaron a Panamá durante la construcción del canal. Ya “latinizada”, la mezcla acaba en Puerto Rico, donde se acuña el término reguetón como fruto de unos maratones de reggae que solían celebrarse allí.
A menudo confundido con otras corrientes de la música urbana latina, una de las primeras bases que intenta asentar el documental es qué es reguetón y qué no, en función del patrón rítmico fundamental del “dembow”.
Se llega a una de las conclusiones más curiosas del documental: que hay temas como ‘Girasoles’ de la española Rozalén que, con bandurria y todo, apuntan claramente hacia el reguetón, mientras que éxitos globales como la ‘Bzrp Music Sessions, vol. 53’ del argentino Bizarrap y la colombiana Shakira no lo son.
No es la única idea que intenta desmontar esta producción, que centra todo su segundo capítulo (titulado ‘Motomamis’) en mostrar cómo pasó de ser un género en el que las mujeres apenas tenían presencia a ser el terreno en el que, según el periodista Victor Lenore, “una artista femenina puede llegar tan lejos como uno masculino”.
“En la primera etapa del reguetón había letras inaceptables que reproducían o amplificaban ese discurso sexista que es un reflejo de la cultura latina que en época colonial estableció como una dominación masculina, que algunos autores incluso relacionan con el esclavismo y las violaciones de mujeres por los colonos”, apunta el antropólogo Carles Freixa.
Frente a ese modelo, muy criticado en su momento, surge una hornada de mujeres fuertes como Rosalía, Karol G, Becky G o el duo K-Narias, esta últimas precursoras del reguetón en España, que no solo utilizan esta música como vía de empoderamiento, sino que sitúan su propio placer en el centro de la conversación.
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A pesar de que, como destaca la cantante Zahara, “hasta John Lennon decía en una canción que te iba a matar si te veía hablando con otro”, el presunto machismo del reguetón es uno de los estigmas que aún arrastra el estilo, que hubo de superar numerosos prejuicios en España, quizás por su origen humilde.
“Estamos muy incómodos disfrutando la misma música que el mensajero ecuatoriano que nos trae los paquetes o la señora que nos limpia la casa una vez a la semana. Y también hay algo de sentimiento colonial, porque nosotros, que somos los colonizadores, vamos a sacar cosas, no a aprender de ellos”, opina Lenore al respecto.
Juan Magán, embajador del electrolatino, se une a la conversación al recordar cómo al principio le recriminaban que hiciese “música de panchitos”. “Gracias a Dios los prejuicios no son los de antes”, concluye el artista español.
Hasta un Premio Nacional de Música de España como Rodrigo Cuevas admite su gusto por disfrutar ocasionalmente de una música que se ha convertido en el último gran género acuñado en el mundo, probablemente el que mejor definirá lo específico de esta era.
“Es un cambio de paradigma total, no podemos hablar ni de moda ni de tendencia, es una realidad histórica”, asevera Melani Parejo, la directora de Música para el sur y este de Europa de Spotify tras los tres años consecutivos, de 2020 a 2022, en los que Bad Bunny se convirtió en el artista más escuchado del planeta… cantando en español.
Javier Herrero – EFE