Madre venezolana denuncia venta del cuerpo de su hija migrante en Estados Unidos
Arelis Villegas, con el corazón roto, exige justicia para su hija y para todas las víctimas de esta lamentable situación. Mientras tanto, el caso sigue siendo un llamado de atención sobre la necesidad de proteger los derechos de los migrantes, incluso después de su muerte.
Estaddos Unidos.- Una desgarradora denuncia ha sacudido a la opinión pública. Arelis Villegas, una madre venezolana, reveló que autoridades de Estados Unidos, en conjunto con una escuela de medicina, habrían vendido por partes el cadáver de su hija, Aurimar Iturriago Villegas, quien murió violentamente en Texas.
Aurimar llegó a Texas en 2020, como muchos migrantes, con la esperanza de trabajar y construir un mejor futuro para su familia en Venezuela. Su sueño era poder ayudar a su madre y ofrecerle una mejor calidad de vida. Sin embargo, solo unos meses después, ese sueño se truncó de manera brutal cuando Arelis recibió la devastadora noticia de que su hija había muerto tras recibir un impacto de bala.
Ante la falta de recursos económicos para repatriar el cuerpo, éste quedó bajo custodia de las autoridades estadounidenses. Lo que ocurrió después fue algo que la madre jamás imaginó: el cuerpo de su hija fue donado sin su consentimiento a una escuela médica local, donde fue diseccionado y vendido por partes.
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Según la investigación revelada recientemente por NBC News y Noticias Telemundo, en ese lugar el torso de Aurimar fue vendido por 900 dólares, mientras que las piernas alcanzaron un precio de 703 dólares. Todo esto ocurrió sin que la familia de la joven tuviera conocimiento de lo sucedido.
Arelis Villegas expresó su indignación y dolor desde Venezuela al conocer los hechos. «Ella no es ningún animalito para que la descuarticen, para que la corten», declaró entre lágrimas. Su impotencia aumenta al saber que su hija fue una de las muchas víctimas de un sistema que, según el informe, dona los cuerpos de migrantes fallecidos que no son reclamados a instituciones como el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad del Norte de Texas, con sede en Fort Worth.
La revelación de esta práctica ha generado un fuerte rechazo, especialmente en comunidades migrantes y defensores de derechos humanos. Las autoridades estadounidenses y la escuela de medicina involucrada no han emitido declaraciones públicas sobre las acusaciones.
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Este caso pone de manifiesto una preocupante problemática que enfrenta la comunidad migrante: la vulnerabilidad no termina con la muerte. Muchas familias, como la de Aurimar, se ven atrapadas en una cadena de injusticias que trasciende las fronteras y que exigen respuestas inmediatas y contundentes.
Arelis Villegas, con el corazón roto, exige justicia para su hija y para todas las víctimas de esta lamentable situación. Mientras tanto, el caso sigue siendo un llamado de atención sobre la necesidad de proteger los derechos de los migrantes, incluso después de su muerte.
Con información de Agencias